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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mi casa en París

Cuestión de herencia

Por Miguel Ángel Gomis


Imagínate por un momento, que eres un neoyorquino sexagenario que arrastras tres divorcios y un alcoholismo que podría curar heridas de guerra. Pero por un golpe de suerte muere el padre que has querido tener pero que nunca has visto; y heredas unos libros, un reloj de oro y una casa en pleno centro de la ciudad del amor, París. Pero cuando pensabas que el dinero de la venta del piso heredado va a solucionar todos tus problemas, te encuentras que en esa casa vive una señora y su hija, y que no puedes hacer nada hasta que la auténtica dueña muera.

Basada en la obra de teatro "My old lady" estrenada con gran éxito en 2002, Israel Horovitz autor tanto de la obra como de la película, nos muestra un melodrama que desgarra las miserias del hombre como receptor de los devenires de los que nos rodean. 
Nos complace con una historia que empieza sutilmente y sin más preámbulos pero que en conforme se adentra en las vidas del heredero Mathias, interpretado por un fantástico Kevin Kline, y la ácida Matilde por la actriz buque insignia de Inglaterra Maggie Smith, crea una obra muy sencilla en forma pero compleja en contenido pues palpa temas como la familia, los traumas, el amor, las adicciones, el negocio inmobiliario... y la herencia, pero no sólo hablamos de una herencia material sino la más relevante, la sentimental.

El dolor silencioso, el dolor latente e incrustado en la nuca, es el tono que baña todas las lecciones que Mathias y que por caprichos de un destino atado a la condición de Chloè llevada de grata forma por la actriz Kristin Scott Thomas, profundiza en el pasado de los devenires familiares para mostrar un presente invadido por la melancolía y el olor a tiempo estancado.

Este es el melodrama que el autor estadounidense Israel Horovitz, construye bajo la mirada de unos actores que muestra todo el potencial, toda la libertad para reflejar unos personajes donde la profundidad que supone la infancia y el pasado es el Alter Ego de los hombres y mujeres "maduros" del ahora. Quiero acabar con un frase que se repite durante todo el film y espero que invite a ver Mi casa en Paris (2015) pues supone una merienda como la alta cocina, no sabes bien al principio que comes pero al final deja un gusto que crece con el tiempo en el paladar.


Samuel Becket:

"Si tu no me amas nadie me amará"


martes, 8 de septiembre de 2015

Mr Holmes


Última pista: conclusión

Por Alba Varón 


"Nunca hay que dejarse nada a medias. Aunque no nos esté gustando el resultado. No hay que abandonar esta vida, sin dejarlo todo concluido"

Sherlocks Holmes ha habido muchos en la pantalla de cine. El curioso personaje creado por la pluma de Arthur Conan Doyle ha dado mucho de que hablar en su más de siglo y pico de vida. La conocida última adaptación del detective de Baker Street, la cual le ha llevado a la fama actual (más aún si cabe) y que le ha dotado de un atractivo curioso gracias al peculiar físico de Benedict Cumberbatch ha sido la reconocida serie “Sherlock”. Pero el director Bill Condon realiza algo innovador con el personaje. Retrata en “Mr Holmes”, la fuerza (pasada y presente) de un hombre en la vejez que pierde lentamente su memoria y al que le ha abandonado su único y mejor amigo. Esta progresiva pérdida de su capacidad mental, lo cual le define como personaje de ficción y como ser humano es el drama que rodea a la película. Con 93 años, Holmes se ha mudado a una granja de Sussex donde vive con una sencilla ama de llaves y con el hijo de esta.

Ya en una edad tardía, Ian Mc Kellen ha interpretado en el cine alguno de los personajes más reconocidos y carismáticos, consiguiendo grabarse a fuego en nuestros recuerdos más infantiles y juveniles. Su interpretación de Sherlock Holmes es soberbia. Un personaje gruñón y despótico que odia lo que se dice o se cree de él a consecuencia de lo que su compañero (Watson) ha escrito en sus historias. El verdadero Holmes no desea ser reconocido gracias a su personaje. En muchas ocasiones se toma a risa (como la escena en el cine, donde el actor Nicholas Rowe, que interpretó en 1985 al joven Sherlock en "El secreto de la pirámide" interpreta de nuevo al detective, esta vez ya adulto, en su último caso) lo que la gente cree a pies juntillas de él y en otras se enfada ante la farsa de su estereotipada imagen. En la granja entablará una curiosa y tierna relación con el hijo de su ama de llaves, un chico inteligente y perspicaz que cuida y protege  con él a las abejas de la granja. Gracias a esta relación mostrará la ternura del ogro, la cual puede llegar a ser la mejor de las ternuras.

La historia se desarrolla desde la escritura de su propio diario y de lo que poco a poco se va acordando del último caso que resolvió en Londres, aquel que le hizo abandonar la ciudad y no volver a trabajar de detective nunca más. Los flashbacks son el punto de apoyo de la película, y gracias a estas rápidas iluminaciones de memoria, observamos un seguimiento pausado y desestructurado de la historia. Es curiosa que una película en la que apenas hay acción no resulte aburrida. Así que en la trama no encontramos una acción de ritmos trepidantes, un caso enigmático y súper curioso por resolver y un protagonista altamente estereotipado, sino que para nuestro agrado nos toparemos ante un producto elegante, de gran calado emocional, sostenido por maravillosas interpretaciones. Bill Condon ha filmado un humilde y digno homenaje a una de las grandes figuras literarias de todos los tiempos. Que esta película nos sirva para leer o releer a Arthur Conan Doyle y disfrutar una y otra vez de sus historias. Porque siempre la ficción es realidad y la realidad supera a la ficción.

lunes, 31 de agosto de 2015

Blind



El encierro

por Alba Varón


“Comenzaré por algo simple, algo que han visto en innumerables ocasiones”. Al igual que las palabras pronunciadas al principio de la película por la protagonista (una enigmática Ellen Dorrit Pettersen), el director de Blind (2014), Eskil Vogt (guionista de la laureada Oslo, 31 de Agosto y Reprise), comienza acercándose a la historia de Ingrid de manera dispersa y elegante. Las sensaciones que nos propone experimentar nos atrapan desde el principio. El tacto de lo natural y lo puro, imágenes de hojas de roble se entremezclan con la textura de la voz pausada y reflexiva de Ingrid. Nos ha invitado a adentrarnos en su intenso viaje emocional desde que se quedó completamente ciega. Como ella, también tocamos las grietas de la corteza del roble que tocó por última vez. Rápidamente las imágenes se concentran en varios planos, recuerdos e ilusiones de su mente, que van acompañándonos hasta recluirnos en su nuevo apartamento. Hemos llegado sanos y salvos gracias a ella. Su lección ha sido aprendida. Hay que usar los recuerdos y tener cuidado de no tropezar. 

Después del monólogo del comienzo, el tono íntimo e individualista invade por completo la pantalla. La supuesta infidelidad de su marido le corroe tanto como le atemoriza. Para Ingrid, la calle es un lugar inseguro, lleno de peligros. Su lugar es el interior de la casa, allí está tranquila y solo tiene una sola conexión al exterior, la ventana que abre y cierra a menudo. Ella crea y cada cada creación también está recluida en un apartamento vacío, personas que deambulan sin aficiones ni alegrías. Las sensaciones de soledad y desasosiego causadas gracias al lenguaje visual (esos tonos pastel que nos recuerdan tanto a la estética Sudance) nos enmudecen y  aíslan casi tanto como a los solitarios personajes que van apareciendo en la película. Ella da rienda suelta a su imaginación y describe personajes nuevos que aparecen y desaparecen a su antojo, estos "juguetes" de Ingrid, seres solitarios de existencia vacía, encarnan sus miedos y temores. Es cierto que en algún tramo de la película el espectador puede sentirse confundido por los continuos cambios de espacios que acompañan a los personajes, pero esto no dinamita el seguimiento de la historia. Eskil Vogt juega con el espectador al igual que Ingrid se divierte creando y destruyendo una y otra vez sus propias tramas.

Pero la melancolía se dulcifica con la sensualidad, uno de los pilares más importantes que sustenta el film, el cuerpo desnudo de Ingrid pegado a la ventana de su apartamento simboliza la desaparición de su miedo a ser vista, ya no puede reconocer el ojo que le mira. Se libera su cuerpo mientras que se encierra su mirada. Lo percibimos todo como ella lo percibe y lo exageramos todo como ella lo exagera. Los moratones en las piernas y en la cara se intensifican en su imaginación y desaparecen en la realidad. 
Ingrid es todo un ejemplo de adaptación paulatina a una nueva circunstancia vital, la ceguera y toda una muestra de talento por parte de un nuevo director que habrá que seguir a partir de ahora.

Noruega. 2014. T.O.: Blind. Director: Pete Eskil Vogt. Guión: Eskil Vogt. Fotografía: Thimios Bakatakis. Producción: Lemming Film. Motlys. . Reparto: Ellen Dorrit Petersen, Vera Vitali, Henrik Rafaelsen, Jacob Young  Duración: 95 minutos. Drama

viernes, 14 de agosto de 2015

Les combattants




Sálvese quien pueda

por Davina Santos.



El fin del mundo está al llegar. Con esta premisa tan fatalista se abre la primera cinta de Thomas Cailley, que no sólo le ha merecido el premio FIPRESCI en el Festival de Cannes, sino que le ha permitido hacerse con nada menos que tres galardones en los premios César (los correspondientes a mejor ópera prima, mejor actor relevación para Kévin Azaïs y mejor actriz de reparto para Adèle Haenel, que los amantes del cine francés conocerán por haber protagonizado otro gran debut: el de Céline Sciamma, su pareja en la actualidad). Y es que lo primero que hay que destacar de la película son sus notables interpretaciones, merecidamente reconocidas por el jurado: la joven competía con nada menos que Juliette Binoche, Catherine Deneuve y Marion Cotillard, así que ya os podéis ir haciendo una idea del nivel que tiene la nueva musa de los Dardenne.

Por lo demás, no es de extrañar que esta película haya conquistado a la crítica y convencido al público. Construida a partir de la atípica historia de amor que se teje entre Arnaud, un adolescente sensible, inseguro y con escasas esperanzas en el futuro, y Madeleine, una joven obsesionada con ser autosuficiente y conquistar el futuro cogiéndolo por los cuernos, la película explota todas las posibilidades que el argumento le ofrece, apostando, al mismo tiempo, por un guión fresco, imprevisible, y por una banda sonora experimental que busca marcar un ritmo ágil antes que enfatizar emociones.

De esta manera, conforme abandonamos el primer acto, caracterizado por una comedia que recoge una acertada instantánea de las nuevas generaciones, incapaces de encontrar su lugar en un mundo asolado por la crisis, cambiamos de género para adentrarnos en una metáfora de la sociedad actual que dota a la película de un cierto carácter de fábula, sin por ello caer en simplificaciones que conviertan a sus protagonistas en adalides de nada. Así, el entrenamiento en un campamento militar permitirá a Madeleine (Adèle Haenel), experta en macroeconomía y en no necesitar a nadie, darse cuenta de que, fuera de su mundo de chalet adosado y piscina particular, no podrá salir adelante si se mantiene aferrada a su estricto individualismo.

La confirmación de esta idea, que se impone conforme avanza la película, se produce en medio de la naturaleza, la tercera protagonista de la película. Y es que la lucha por la supervivencia en un espacio libre de las restricciones a las que nos somete el sistema en el que vivimos descubre a los protagonistas que sin solidaridad, sin empatía, el mundo estaría perdido. De nada vale que estemos bien preparados si no somos capaces de colaborar, de tendernos una mano y de creer en los otros. Pero también es un canto de libertad enmarcado en una naturaleza imponente, una invitación a dejar de machacarnos (como Arnaud espeta a Madeleine) y a dejarnos llevar en un mundo marcado por las imposiciones. Desde luego, Thomas Cailley, con una película aparentemente tan liviana, tan alejada de las formas del cine pretendidamente “culto”, predica con el ejemplo, invitándonos a reflexionar desde el juego, con la humildad a la que obliga ser en un mundo que se cae a pedazos, en el que nada está escrito y todo es posible.


 Francia. 2011. T.O.: Les combattants. Director: Thomas Cailley. Guión: Thomas Cailley, Claude Le Pape. Música: Philippe Deshaies, Lionel Flairs, Benoit Rault. Fotografía: David Cailley.  Productora: Nord-Ouest Productions. Reparto: Kévin Azaïs, Adèle Haenel, Antoine Laurent, Brigitte Roüan, William Lebghil,Thibaut Berducat. Duración: 98 minutos. Comedia. Drama. Romance.




miércoles, 12 de agosto de 2015

Cuestión de actitud (XENIA)




La soledad de los números griegos

                                                        Por Alba Varón



La situación griega nos preocupa, la situación griega nos ha preocupado, la situación griega nos preocupará. Pero claro, ahora parece que los medios ya se han olvidado de la debacle y todo lo pasado es un artificio insulso de normalidad. Se ve que nos encanta que nos mientan. A todas horas si es posible. De ahí que sea tan curioso que este verano se haya estrenado (aunque sea del 2014, sí, así van siempre de atrasadas las carteleras españolas ¡y dando gracias!) y haya pasado tan desapercibida (como siempre sucede con las cosas buenas) Cuestión de actitud o, mejor dicho, Xenia, la película del griego Panos H. Koutras. Película que tiene esa cuca misión de darnos una ligera hostia para que despertemos de nuevo al mundo real, no a esa realidad llevadera que nos deja el telediario. En Xenia se nos muestra una Grecia cruel, pintada como un mundo apocalíptico cuando cae la noche y una ciudad de almas desoladas por el día.

Una trama que no es original: dos hermanos, Odysseas (Kostas Nikouli), de 16, y Dany (Nikos Gelia), de 18, buscan desde Atenas a Tesalónica al padre que les abandonó cuando eran pequeños (desde aquí envío mi inmenso odio y mis peores pesadillas a este tipo de “padres”), pero con numerosos matices originales y devastadores como son el preocupante aumento de la homofobia en Europa, especialmente en Grecia, el odio hacia todo lo que venga de fuera, los concursos de cazatalentos, la búsqueda de fama como vía de escape y esas cuestionables leyes que prohíben el reconocimiento de la nacionalidad griega a los hijos de extranjeros nacidos allí, negándoles la residencia y obligándoles a marcharse.

Los dos actores principales están excelentes, completamente creíbles, parece mentira que sea su primera experiencia frente a las cámaras, sus intentos para aumentar el drama se vuelven contundentes logros en una película que quizá peca de ser demasiado larga. La determinación de Ody (Odysseas) y su fuerza de voluntad a la hora de encontrar a su padre es admirable. Quizá haya escenas que sobren, como ciertos conejos enormes de peluche (de los que prefiero no saber su simbolismo para evitarme futuras taras psicológicas) o escenas dramáticas que se alargan demasiado. Pese a ello, la película carga sus armas con los rayitos de esperanza que todavía conservan muchos griegos (y europeos) para seguir adelante. 

La atmósfera de sus imágenes realza la crudeza del mundo desolado que viven día a día sus protagonistas: trabajos precarios, traumas a causa de los sucesivos abandonos en su niñez, incomprensión de la gente que ha vivido con ellos en su propio país y el miedo constante a la expulsión.  Si quieres una película realista es aconsejable, si quieres una película onírica y surrealista también. Xenia es de esas películas que extrañamente abarcan todo sin pecar de excesivas o codiciosas. Simplemente es extraña, curiosa y muy complicada en su fondo. Un cubito de agua fría para que despertemos de la siesta.

   Grecia. 2014. T.O: Xenia . Director: Panos H. Koustras . Guión: Panagiotis Evangelinis y Panos H Koustas. Música: Delaney Blue. Fotografía: Helene Louvart. Productora: 100% Syntetic Films. Reparto: Kostas Nikouli, Nikos Gelia,  Duración: 134 min. Género: Drama. Familia. Crisis Griega

miércoles, 1 de julio de 2015

Viaje a Sils María




Miedo a las alturas
por Alba Varón

¿Qué es mejor entonces? ¿Tener años de experiencia o ser joven y estar continuamente expectante ante los sucesos que vienen? El otro día mantuve una breve conversación con otro miembro de este blog sobre si los veinte son mejores que los treinta. Qué tontería, pensarán algunos. Pues los veinte, pensarán otros.

Hay miles de maneras de afrontar el paso del tiempo. Cada uno lo lleva de la mejor manera que puede. Unos desean que pase rápido mientras otros ven que cada segundo que pasa es un trozo de vida que pierden. Entre toda esta maraña de reflexiones tan "veraniegas" tuve la suerte de toparme en cartelera con la película Viaje a Sils María del director Olivier Assayas. Sinceramente me llamó la atención poco más que el cartel y el elenco actoral (Juliette Binoche vs Kristen Stewart). ¿Qué harán estas dos mujeres juntas?

La película empieza en el interior de un tren que va camino a Zúrich. Entre los ruidos de ruedas y las sombras del paisaje nos encontramos a la actriz María Enders (Binoche) con su secretaria o asistente personal Valentine (Stewart). La muerte de Wilhelm Melchior (director que iban a homenajear tras el viaje) detendrá los acontecimientos de las dos mujeres y las sumergirá en una historia apasionante que se camuflará entre juegos de espejos distorsionados por la ficción y la realidad. Un joven y prometedor director teatral le propone a María representar la misma obra que le llevó al éxito, pero ya no con el papel de la joven Sigrid, sino con el de la madura Helena, mujer que termina locamente enamorada de Sigrid, suicidándose por el rechazo de esta.

El director francés decide jugar a entremezclar la cara y la cruz de una misma moneda para presentarnos a una señorial y exitosa actriz opuesta a la juventud exuberante y sensual de Jo-Ann Ellis (Chloë Grace Moretz) que realizará ahora el papel de Sigrid. Assayas conoce a Binoche desde hace más de veinte años y parece que ha estado diseñando el papel de María desde que la conoció. María, una actriz que se sorprende de cómo la difusión rápida de información en estos días de Internet y drogas ensalzan a su “predecesora en el puesto” .
Valentine ayudará a la actriz en sus ensayos, le acompañará al cine, al bar, a conocer a su futura compañera e incluso emprenderán viajes por las montañas para observar paisajes tan espectaculares y estremecedores como son los Alpes Suizos. Sin duda su duelo continuo es lo mejor del film. Durante más de la segunda mitad de la película su ayudante será el apoyo y espejo de María. Curiosa y bien manejada mezcla entre las frases del guión que estudian y lo que realmente se dicen. Continuos guiños y engaños. Valentine siempre llevará consigo el librito, por si acaso la requiere la jefa en cualquier momento. Puro teatro vivo que se pierde en los momentos en los que las dos actrices no están juntas. Sin ellas, el nivel y la intensidad de la película baja. Cuando están en escena la película está en la cima, pero sin ellas se desliza vertiginosamente hacia largas pausas. Y sí, tan curiosa relación traspasa las pantallas al mostrarnos cómo una actriz que llegó a Hollywood gracias a una saga de vampiros puede llegar competir con una curtida mujer que ha actuado en algunas de las películas de los directores más asombrosos de la cinematografía actual: Michael Haneke, Krzysztof Kieslowski, David Cronenberg (guiño guiño) o Bruno Dumont. Entonces...¿por qué demonios se le ocurre a Assayas la genial idea de que Kristen Stewart dé paso de ese modo tan tajante al tercer acto de la película y derrumbar mis expectativas de un final asombroso?
Dado que todos sabemos que la cartelera en verano no está para echar cohetes, Viaje a Sils María nos ofrece un momento de reflexión y un espléndido viaje hacia el autoconocimiento de las zonas más altas de nuestra personalidad.

Francia. 2014. T.O.: Viaje a Sils MaríaDirector: Olivier Assayas. Guión: Olivier Assayas.  Fotografía: Yorick Le Saux Productora: Coproduccion Francia-Alemania; CG Cinema; CAB Production/ Pallas Films/Vortex Sutra Reparto: Juliette Binoche, Kristen Stewart, Chlöe Grace Moretz, Johnny Flynn, Lars Eidinger, Hanns Zischler, Claire Tran, Angela Winkler, Alister Mazzotti, Steffen Mennekers, Duración: 124 minutos. Teatro. Drama


viernes, 26 de junio de 2015

Hablar



La vida es puro teatro


Hablar es un título simple y conciso. Parece que nos lo diga todo, pero no es así: “hablar” no es un simple verbo con unas cuantas acepciones, "hablar" es comunicar, es expresar, es sentir, es todo para los seres humanos. Somos los únicos capaces de comunicarnos mediante la lengua. Nuestra forma de expresarnos puede reflejar si estamos viviendo en positivo o en negativo, también podemos detectar si estamos cabreados o estamos de buen humor. Hablar es, en definitiva, vivir, un reflejo de los errores que cometemos al no comunicarnos o al comunicarnos demasiado.

Al comienzo de la película se nos introducen diferentes personajes que comparten con nosotros historias sin sentido aparente y sin conexión alguna entre ellas, simples conversaciones cotidianas, que cualquier espectador podría presenciar en su ciudad o pueblo. Pero conforme se desarrolla el relato cinematográfico nos damos cuenta que Joaquín Oristrell nos quiere mostrar algo más profundo que un conjunto de parloteos anodinos. Nos hace reflexionar sobre la relevancia del lenguaje en nuestra vida, la importancia de la comunicación en cuanto a la relación que establecemos con los otros.

Joaquín Oristrell nos presenta una película hecha en un solo plano secuencia, dándonos una pista acerca de lo arriesgada que puede llegar a ser su apuesta. En efecto, pocos son los directores que se han entregado a un formato que parece reservado a los grandes (Orson Welles, Stanley Kubrick, Paul Thomas Anderson, Quentin Tarantino…). También tenemos otro aspecto renovador, y es que la película es el resultado de un proyecto de la escuela de teatro de Cristina Rota, en la que se pidió a una serie de actores que improvisaran a partir de unos personajes confeccionados por ellos mismos con anterioridad. Como resultado, tenemos unos caracteres reflejo de las inquietudes de los actores, que reflexionan sobre la situación actual de España y se preocupan por la crisis social y política que atraviesa el país.

Es difícil que la gente acuda a las salas para ver este tipo de cine tan “experimental”, ya que además de no tener mucha publicidad, puede causar rechazo o bien por, directamente, ser español, o bien por ser un drama y no una comedia de esas que tanto nos gustan porque nos permiten evadirnos de este mundo de mierda, sin restar importancia al hecho de que se estrenaba un “peliculón” ese mismo día: Jurassic World. En definitiva, no ha salido en el mejor momento. Como dice el refrán: “más vale caer en gracia que ser gracioso”, y esta peli ni una cosa ni la otra.


 España. 2015. T.O.: HablarDirector: Joaquín Oristrell. Guión: Joaquín Oristrell. Música: Alejandro Pelayo. Fotografía: Teo Delgado.  Productora: Canal+ España / Sabre Producciones / Aquí y Allí Films . Reparto: Goya Toledo, Marta Etura, Miguel Ángel Muñoz, María Botto, Antonio de la Torre,Raúl Arévalo, Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta, Álex García, Petra Martínez, Secun de la Rosa, Melanie Olivares, Nur Al Levi, Estefanía de los Santos,Carmen Balagué, Mercedes Sampietro, Astrid Jones, Dafnis Balduz, Juan Margallo Duración: 75 minutos. Comedia. Drama



jueves, 25 de junio de 2015

White God


El ladrido de la desigualdad
Por Pablo Redondo


Galardonada en 2014 como mejor película de la sección “Un Certain Regard” del Festival de Cannes y seleccionada para representar a Hungría en los Óscar como película de habla no inglesa, White God (Dios Blanco), es una de esas producciones fílmicas (y artísticas) que no dejan indiferente al espectador.

Los films de Kornél Mundruczó acostumbran a desenvolverse en situaciones sociales artificialmente creadas pero que representan de una forma singular realidades mundanas, dejando entrever ciertas fallas de las estructuras sociales. En esta ocasión, el director húngaro nos conduce a reflexionar sobre dos aspectos de la sociedad posmoderna que, aunque aparentemente inconexos entre ellos, resultan ser consecuencia de un mismo conjunto de normas y valores que configuran la manera en que ese hombre blanco al que alude el título tiene de relacionarse con quienes históricamente ha considerado inferiores: los grupos marginales, fuertemente determinados por rasgos étnicos, y el medio ambiente, haciendo hincapié en los animales, especialmente en los más presentes en nuestra vida cotidiana, los perros. De esta forma, similarmente a como ya hizo, aunque con fines totalmente opuestos, la multinacional Disney con la creación de su conocido personaje de dibujos animados Goofy, se establece mediante la figura de Hagen, un dócil canino cuya figura alude a la condición de sumisión del hombre negro ante el sometimiento de la raza blanca, una relación de semejanza entre ambos colectivos desfavorecidos.

White God aborda de una forma original estos dos conflictos sociales, fusionándolos en una misma historia, la de Hagen, el cariñoso perro de Lili, una joven preadolescente con padres divorciados que habita en una de las numerosas metrópolis de nuestra sociedad. En esta ciudad, las políticas restrictivas del Estado respecto a la posesión de animales, que penaliza a los dueños de cánidos que no son de raza pura, está generando una fuerte discriminación hacia los perros que no cumplen este requisito. A causa de ello, Hagen y Lili son forzosamente separados, cayendo la mascota en el abandono. La ausencia de su dueña le llevará a sumergirse en un gueto formado por perros de su misma condición, instalado en los suburbios de la ciudad, representando el comportamiento estereotipado y socialmente tachado como desviado que siguen los habitantes más desfavorecidos de estos lugares olvidados para sobrevivir ante la injusticia y la desigualdad social. De esta forma, Hagen atravesará una serie de situaciones extremas, no aptas para el público más sensible (respecto a lo que maltrato animal se refiere), con las que Mundruczó machaca al espectador hasta hacerle estremecer, llamando a gritos a la reflexión sobre los derechos animales y la relación que el ser humano mantiene con estos seres que nos acompañan en nuestro día a día, dotando a la película de un profundo sentido animalista.

En esta ciudad figurativa, configurada al puro estilo de Metrópolis (1927), pero con una mayor complejidad étnica y cultural, el odio y la humillación acumulada por los grupos marginales (de perros) estalla generando una erupción social de gran intensidad que bien puede compararse al primer estallido social de estas características que se dio allá por 1965 en el barrio de Wats, en la ciudad de Los Ángeles, al afrontarse en la película como un hecho novedoso (al ser protagonizado por perros) que deja al descubierto una crisis social de la metrópoli posmoderna que hasta el momento permanecía oculta en cierto modo. Al igual que sucede en la realidad con estos conflictos violentos, el Estado trata de sofocarlos respondiendo con una represión que incrementa la violencia del conflicto, como se demostraba en la rebelión de las banlieues parisinas de 2005, que se prolongó durante un mes. Es en este contexto en el que el film húngaro reclama la importancia del diálogo para la resolución de conflictos, e incluso se atreve a hacer un pequeño guiño al poder de influencia de la música, en el que se ha depositado la confianza en numerosas ocasiones para llevar a cabo este cometido, como en aquella emblemática ocasión en que, poco antes de estallar la Guerra del Golfo, en un momento de máxima tensión internacional, los compases de la canción Imagine, de John Lennon, sonaron en la sala en la que se reunía el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque aquella vez la batalla estuviera perdida de antemano.

Finalmente, con la resolución de este conflicto inmediato entre el ser humano y “su mejor amigo”, culmina esta original y arriesgada película, cargada de un gran significado social, pero que, a pesar de la firmeza que posee la parte de denuncia de su argumento, flaquea en la historia paralela que vive la niña ante la ausencia de su mascota, lo que ha zozobrado las posibilidades de que esta interesante pero no imprescindible obra húngara cosechara un mayor éxito que el logrado.

 Hungría, 2014. T.O.Feher isten. DirectorKornél Mundruczó. GuiónKornél Mundruczó, Viktória Petrányi, Kata Wéber. MúsicaAsher Goldschmidt. FotografíaMarcell Rév. ProductoraCoproducción Hungría-Alemania-Suecia. RepartoZsófia PsottaSándor ZsótérLili HorváthSzabolcs ThuróczyLili MonoriGergely BánkiTamás PolgárKároly AscherErika BodnárBence CsepeliJános Derzsi. Duración: 119 min. DramaTerror | Perros

martes, 16 de junio de 2015

Phoenix




Las dos caras del absurdo
por Alba Varón



Aun siendo la ganadora del FIPRESCI en el Festival de San Sebastián del 2014 y alabada por la mayor parte crítica, Phoenix, del director alemán Christian Petzold, consiguió ahogar gran parte de mis expectativas sin ningún esfuerzo. De una premisa que daba mucho juego a la imaginación del espectador a costa de restar fuerza a la verosimilitud, nace una propuesta curiosa y enigmática. Una joven cantante judía con la cara desfigurada tras su paso por Auschwitz renace de sus cenizas e intenta reconstruir su vida como si nada hubiera ocurrido. Ante esta historia de renacimiento tan merecedora de ser contada se impone un ritmo lento y una falta de verosimilitud importante. ¡Pero si es ficción!, dirán algunos. La buena ficción se logra mintiendo al espectador de manera sutil, engañándole y absorbiéndole en un mundo imposible con mecánica posible. La mala ficción, como en este caso, roza el ridículo.

Nos encontramos ante una película en la que no te crees nada. Las acciones de los protagonistas no tienen ni pies ni cabeza, hay personajes que aparecen y desaparecen sin explicaciones y muchas suplantaciones de suplantaciones de identidad. Queda claro que el rechazo a la verdad por parte de aquellos que cometieron tales atrocidades es la gran metáfora de la película. Todos los personajes pretenden olvidar el pasado y regresar a la Alemania de antes de la guerra, sin odio, sin venganzas, sin traiciones. El marido se encuentra con Nelly (la protagonista), a quien llama por su verdadero nombre y conserva la misma voz, piel y ojos, y él no quiere creer que es la misma, o lo que es peor, quiere hacer pasar a esa señorita por su mujer. Los guionistas (Christian Petzold y Harun Farocki) someterán a este juego al espectador con la esperanza de que no se termine cansando. Vanas esperanzas. Y si encima nos topamos con una mujer que después de haber sufrido en sus carnes los horrores de la guerra, desea ser de nuevo vapuleada psicológicamente por el hombre que ama... No, que esto no lo haría ni la persona más buena del mundo. Una cosa es perdonar y otra muy distinta es someterse a la misericordia.

Pero no todo es malo. El director de fotografía (Hans Fromn) logra plasmar el ambiente decadente y derruido de la Alemania de posguerra. El bar llamado “Phoenix” escondido entre las ruinas de la ciudad nos muestra la capacidad de superación y desafío del ser humano ante el horror. Resurge de sus cenizas una nueva Alemania, borrando cualquier resquicio de barbarie, aunque el paisaje de alrededor grite lo contrario. A esto se le suma un final conmovedor (aunque bastante predecible) en el que la imagen del fénix que echa a volar cobra sentido. Un final abierto a interpretaciones: entre la esperanza y la venganza. Aunque después de tan incierta historia me esperaba un final irónico en el que el director alemán sonriera ante la cámara y nos dijera a todos los espectadores que habíamos presenciado una gran broma y que ahora comenzaría la verdadera trama de la película.


Alemania. 2014. T.O.: PhoenixDirector: Christian Petzold. Guión: Christian Petzold y Harun Farocki Música: Stefan WillFotografía: Hans Fromm. Productora: Schramm Film Koerner y Weber. Reparto: Nina Hoss, Ronald Zehrfeld, Uwe Preuss, Nina Kunzerdorf, Muchael Maertens.Duración: 98 minutos. Drama. Holocausto. Nazismo.



viernes, 5 de junio de 2015

Återträffen (The Reunion)


En la invitación decía: “Es una fiesta”
por Laura Montesinos.


Una reunión de antiguos ex compañeros de clase le sirve de premisa a la sueca Anna Odell para dar rienda suelta a su particular venganza personal contra un terrible pasado de acoso escolar con sobrados tintes autobiográficos. De esta guisa comienza la cinta.

Pongámonos ahora en antecedentes. Anna Odell es más conocida en Suecia por ser una polémica artista cuyo proyecto de fin de carrera, allá por el año 2009, consistió en fingir un estado psicótico en plena calle para que la ingresaran en un hospital psiquiátrico, donde la ataron a la cama y la sedaron con psicofármacos. La finalidad de la performance, según cuenta ella misma, consistía en debatir cuánto se pueden forzar los límites de lo ético en nombre del arte. Conseguida o no la finalidad, trascendencia pública tuvo el numerito en Suecia.

The Reunion (Suecia, 2013) su debut cinematográfico y que ella misma escribe, dirige y protagoniza, sigue plagado de polémica. Dividida erróneamente en dos mitades (os invito a adivinar por qué), el trabajo de la sueca explora la idiosincrasia del comportamiento humano y la forma en que determinados actos cristalizan en dinámicas de poder destructivas.

Una obra de diabólico trasfondo social con personajes bien perfilados en sus roles de manipuladores y manipulados, que ahonda sobre hechos que suceden a diario y que la mayoría preferimos obviar, o al menos no hablar de ello, porque nos desagradan demasiado. Un retrato afilado sobre la hipocresía social y los traumas que se ocultan bajo la superficie de la piel, que logra violentar al espectador y revolver su conciencia a golpe de discurso. 

Es de destacar la impresionante escena inicial en la que Anna saca a relucir mediante una estudiada e incisiva parrafada que dejaría sin aliento al propio Haneke, todos los trapos sucios de su etapa escolar ante la perplejidad de los asistentes a la fiesta, repartiendo a diestro y siniestro puñaladas de realidad de la manera más cívica y aterradora posible, y provocando una especie de amnesia colectiva en la que ninguno quiere aceptar ni recordar lo que hizo. Un derechazo tras otro de crueldad marca Solondz (Welcome to the Dollhouse, Happiness, Storytelling) con olor a chamusquina, filmado con pulso firme y que necesariamente evoca el Festen de Vinterberg, aunque en clave amateur.

La cinta funciona como una imparable máquina engrasada los primeros cuarenta minutos pese a la artificiosidad de algunos diálogos. Después, coincidiendo con la segunda mitad, pierde toda esencia. 


Suecia. 2013. T.O.: Återträffen. Director: Anna Odell. Guión: Anna Odell. Música: Laurie Anderson. Fotografía: Ragna Jorming. Productora: French Quarter Film. Reparto: Anna Odell, Sandra Andreis, Kamila Benhamza, Anders Berg, Erik Ehn, Niklas Engdahl, Per Fenger-Krog, Robert Fransson, Sara Karlsdotter, Henrik Norlén, Cilla Thorell, Malin Vulcano. Duración: 88 minutos. Drama. Acoso escolar. Cine dentro del cine.

miércoles, 3 de junio de 2015

Kingsman: Servicio Secreto




Nada más y nada menos que lo nuevo de Matthew Vaughn
Por Pablo J. García



Tras demostrar sus habilidades adaptando cómics con la infravalorada X-Men: Primera Generación (2011) y la más que plausible Kick-Ass (2010), Matthew Vaughn regresa a nuestras pantallas con otra historia traída del mundo de las viñetas: Secret Service. En esta ocasión se vuelve a alejar de los mutantes y los cómics mainstream para explorar otros tonos y otras historias. A excepción de su gran ópera prima Layer Cake (2004), vuelve a repetir el modus operandi que ha aplicado en sus proyectos, en el que a la dirección se suma un libreto firmado por él mismo (algo no muy habitual en el mundo de los blockbusters) y por Jane Goldman, además de su presencia en el apartado de producción. Gracias a esto y a su tremenda calidad como cineasta, Matthew Vaugnh sigue demostrando que sus películas tienen ese toque personal que permite diferenciarlo hasta el punto de ser lícito decir que hace cine de autor dentro del blockbuster. Uno de los pocos cineastas americanos, junto a Joss Whedon o Zack Snyder, que es capaz de juntar cómic y cine y convertirlo en arte.

Kinsgman: Servicio Secreto (2015) nos cuenta la historia de un joven sin rumbo en la vida (Taron Egerton) y un cuerpo ultasecreto de espionaje excesivamente formal del Gobierno Británico . Estos dos elementos, por supuesto, se cruzan en la historia, a manos de un agente interpretado por el siempre simpático Colin Firth, y más o menos ya podemos ir imaginando lo que pasa. En el cast también tenemos a una espléndida pareja de antagonistas, con un divertido y majestuosamente moderno Samuel L. Jackson como jefe y una Sofia Boutella como su eficiente guardaespaldas. La genialidad de la pareja antagonista, llevada más que nada por la interpretación de Jackson y la calidad del guión, es uno de los puntos más fuertes de la película. También destacan Mark Strong, Michael Cain y Mark Hamill (sí, Luke Skywalker. Yo ni me percaté al verla).

El desarrollo del argumento juega con las clásicas cintas de espías de traje y gabardina como James Bond; pero también con las del corte de la saga Bourne, Salt o incluso el nuevo Bond de Daniel Craig, que se alejan de esa elegancia extrema y la sustituyen por acción marcial; además de películas como Los Juegos del Hambre, El Juego de Ender, La Prueba o X-Men, porque aunque evite caer en el melodrama y el amorío juvenil, nos habla de adolescentes o jóvenes en escuelas, competiciones, grupos y procesos de selección. Un proceso que además tiene algo de esa crueldad que tienen muchos de los procesos de selección de ciertos grupos gubernamentales de élite militar. Sin ir más lejos, la última e insensible prueba es muy parecida a lo que les obligaban a hacer a los aspirantes de las SS. También caben mencionar los cameos a de nuevo X-Men, con esa forma de despegar y funcionar de la nave, y a El Resplandor y la más que archifamosa escena de Jack, el hacha y la puerta blanca.

Vaughn vuelve a enseñarnos transiciones geniales, algo en lo que ya destacó con Layer Cake, y planos aéreos tan diligentes como los que filmó en Stardust (2007). Además de importar ese toque gamberro de Kick-Ass, Kingsman también se inspira en ésta filmando unas escenas de acción muy dinámicas (con trabajadas coreografías, rápidos cambios de plano, gusto por las amputaciones) cuyo tono en ocasiones de violencia extrema no le impide a Vaughn aprovechar esta misma violencia para hacer humor y darle también matices de comicidad (algo que hace también, por ejemplo, Quentin Tarantino). Especial relevancia tiene cierta escena situada por el desenlace, de la que no quiero contar mucho; solo diré que está filmada a modo de plano-secuencia y que lo que sucede te deja entre boquiabierto y molesto. Es precisamente la congruencia entre el cómo y el qué lo que la hace sencillamente espectacular. Algo que hace muy bien este director, por ejemplo también con la escena inicial, donde únicamente con planos ya nos dice lo secretas, exquisitas y lejanas que son las encomiendas de los Kingsman.

Una película divertida y más que recomendable para aquellos a los que les gusten los cómics, los cómics sin superhéroes, el cine comercial de calidad o simplemente el buen cine. Nada más y nada menos que lo nuevo de Matthew Vaughn.


Reino Unido, 2015. T.O.: Kingsman: Secret ServiceDirector: Matthew VaughnGuión: Matthew Vaughn, Jane Goldman (Cómic: Mark Millar, Dave Gibbons)Fotografía: George RichmondReparto: Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Mark Strong, Michael Caine, Sofia Boutella, Sophie Cookson, Mark Hamill, Jack Davenport, Tom Prior, Neve Gachev,Alisha HengProductora: Twentieth Century Fox Film Corporation / Marv Films / TSG Entertainment Duración: 129 min. Género: ThrillerAcciónComedia | EspionajeCómic