Las dos caras del
absurdo
por Alba Varón
Aun siendo la ganadora
del FIPRESCI en el Festival de San Sebastián del 2014 y alabada por
la mayor parte crítica, Phoenix, del director alemán Christian
Petzold, consiguió ahogar gran parte de mis expectativas sin ningún
esfuerzo. De una premisa que daba mucho juego a la imaginación del
espectador a costa de restar fuerza a la verosimilitud, nace una propuesta
curiosa y enigmática. Una joven cantante judía con la cara
desfigurada tras su paso por Auschwitz renace de sus cenizas e
intenta reconstruir su vida como si nada hubiera ocurrido. Ante esta
historia de renacimiento tan merecedora de ser contada se impone un
ritmo lento y una falta de verosimilitud importante. ¡Pero si es
ficción!, dirán algunos. La buena ficción se logra mintiendo al
espectador de manera sutil, engañándole y absorbiéndole en un
mundo imposible con mecánica posible. La mala ficción, como en este
caso, roza el ridículo.
Nos encontramos ante una
película en la que no te crees nada. Las acciones de los
protagonistas no tienen ni pies ni cabeza, hay personajes que
aparecen y desaparecen sin explicaciones y muchas suplantaciones de
suplantaciones de identidad. Queda claro que el rechazo a la
verdad por parte de aquellos que cometieron tales atrocidades es la
gran metáfora de la película. Todos los personajes pretenden
olvidar el pasado y regresar a la Alemania de antes de la guerra, sin
odio, sin venganzas, sin traiciones. El marido se encuentra con Nelly (la protagonista), a quien llama por su verdadero nombre y conserva la misma voz, piel y ojos, y él no quiere creer que es la misma,
o lo que es peor, quiere hacer pasar a esa señorita por su mujer.
Los guionistas (Christian Petzold y Harun Farocki) someterán a este
juego al espectador con la esperanza de que no se termine cansando.
Vanas esperanzas. Y si encima nos topamos con una mujer que después
de haber sufrido en sus carnes los horrores de la guerra, desea ser
de nuevo vapuleada psicológicamente por el hombre que ama... No, que
esto no lo haría ni la persona más buena del mundo. Una cosa es
perdonar y otra muy distinta es someterse a la misericordia.
Pero no todo es malo. El
director de fotografía (Hans Fromn) logra plasmar el ambiente
decadente y derruido de la Alemania de posguerra. El bar llamado
“Phoenix” escondido entre las ruinas de la ciudad nos muestra la
capacidad de superación y desafío del ser humano ante el horror.
Resurge de sus cenizas una nueva Alemania, borrando cualquier resquicio de barbarie, aunque el paisaje de alrededor grite lo contrario. A
esto se le suma un final conmovedor (aunque bastante predecible) en
el que la imagen del fénix que echa a volar cobra sentido. Un final
abierto a interpretaciones: entre la esperanza y la venganza. Aunque
después de tan incierta historia me esperaba un final irónico en el
que el director alemán sonriera ante la cámara y nos dijera a todos
los espectadores que habíamos presenciado una gran broma y que ahora
comenzaría la verdadera trama de la película.
Alemania. 2014. T.O.: Phoenix. Director: Christian Petzold. Guión: Christian Petzold y Harun Farocki Música: Stefan Will. Fotografía: Hans Fromm. Productora: Schramm Film Koerner y Weber. Reparto: Nina Hoss, Ronald Zehrfeld, Uwe Preuss, Nina Kunzerdorf, Muchael Maertens.Duración: 98 minutos. Drama. Holocausto. Nazismo.
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