Por Pablo Redondo.
Basada en el best seller
semi-autobiográfico del escritor Lü Jiamin, que firmó bajo el seudónimo Jiang
Rong, la nueva película de Jean-Jacques Annaud, El último lobo, nos traslada a la estepa mongola en plena
Revolución Cultural de Mao Zedong, cuando un gran número de estudiantes fueron
enviados a las zonas rurales a educar a los pastores nómadas. En este film del
veterano director francés, del que muchos recordarán títulos como El nombre de la rosa o Enemigo a las puertas, vuelve a estar
presente el tema de la relación del ser humano con la naturaleza, como sucedía
en Siete años en el Tíbet o En busca del fuego, centrándose
especialmente en el reino animal, como también hacía en El oso o en Dos hermanos.
En esta ocasión, el protagonista es el lobo de la estepa, ya no sólo como
personaje, también como símbolo de una realidad cultural, pues la forma de vida
de la comunidad de pastores que habita estas tierras, cuyos preciosos paisajes
son magníficamente retratados por el director de fotografía Jean-Marie Dreujou, depende
de un equilibrio natural en el que la manada de cánidos que habitan la zona
resulta ser imprescindible. El régimen de Mao Zedong, que pretende someter al
pueblo nómada a la revolución cultural, intentará exterminar a la manada de
lobos, perturbando así el equilibrio natural de la estepa, en el que se
sustenta la cultura de esta comunidad de pastores. De esta forma, la historia de la
tribu se convierte en este film en un mecanismo para denunciar, por una parte, el
sometimiento del régimen y, principalmente, la falta de sensibilización del ser
humano por el medio natural en el que vive. Esta cruel lucha del hombre contra
el lobo, y en definitiva contra la naturaleza, es narrada por Jean-Jacques
Annaud con un gran sentimiento animalista, poniendo de manifiesto la
insensibilidad y crueldad humana en escenas que, apoyándose en la potente banda
sonora de James Horner, hacen que a uno se le encoja el corazón. No obstante,
pese a que esta fábula de sentido ecologista esté ambientada en el régimen
comunista chino de los años 60, su denuncia es extrapolable a cualquier sociedad, sin importar
el lugar ni la época, pues en la historia de nuestra especie el conflicto entre
grupos sociales siempre ha estado al orden del día, así como el sometimiento
irracional del medio ambiente para la obtención de fines humanos. Sin embargo,
pese al encanto de su entramado, el film carece de profundidad en el tratamiento
socioambiental del problema, al igual que le sobran algunos elementos, como la
forzada y anodina historia de amor que intenta insertar o los innecesarios
planos en tres dimensiones que, al fin y al cabo, lo único que consiguen es
encarecer el precio del visionado en las salas.
China, 2015. T.O.: Wolf Totem. Director: Jean-Jacques Annaud. Guión: John Collee, Lu Wei, Jean-Jacques Annaud. Música: James Horner. Fotografía: Jean-Marie Dreujou. Reparto: Feng Shaofeng, Shawn Dou, Ankhnyam Ragchaa, Yin Zhusheng, Basen Zhabu, Baoyingexige. Productora: Coproducción China-Francia; China Film / Beijing Forbidden City Film / Reperage. Duración: 121 min. Género: Aventuras. Drama.
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