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miércoles, 16 de septiembre de 2015

In the Mood for Love




De lo emocional, lo humano

Por Alejandro Arrabales




El romance es una temática un tanto atávica, como bien es sabido. Muchas han sido las historias en las que los personajes, aquejados de episodios trágicos y desoladores o, en fin, padeciendo la soga existencialista en sus vidas, acaban por descubrir el más alto símbolo redentor: el amor. No obstante, resultan curiosamente llamativas (tanto por su excelencia narrativa como por su presencia minoritaria) aquellas en las que los factores expuestos quedan articulados a la inversa; dicho de otra manera, ¿qué le sugiere al espectador el particular desenlace en el cual es el mismísimo amor el que descubre a los personajes? ¿Qué impresión merece que una emoción destape lo más recóndito de la entraña humana: su condición?

Sin duda, reflexiones de este calado emergen tras haber visionado un film como es In the Mood for Love (2000, Hong Kong). Wong Kar-wai nos presenta aquí una de sus más notables realizaciones, en la que ofrece una magistral lección acerca, no tanto del "qué contar", sino del "cómo" hacerlo. Una bellísima historia repleta de lirismo, que nos sumerge de lleno en la situación personal de los protagonistas: Chow, redactor de una publicación local, se traslada junto con su esposa a una vivienda situada en un edificio habitado, principalmente, por miembros de la comunidad de Shangai. Allí conoce a Li-Zhen, secretaria de una empresa de explotación, que vive junto con su marido en el mismo edificio. Hasta aquí todo parece transcurrir con plena normalidad. No obstante, ambos personajes irán descubriendo un terrible hecho que atañe a sus respectivos cónyuges, hecho que les impulsará a un destino común. 

No se trata de la única ocasión en la que el cineasta hongkonés hace gala de tan considerable maestría a la hora de materializar semejantes sensaciones. Pocos años después realizaría otro largometraje destacable dentro de su filmografía: 2046 (2004, Hong Kong). A diferencia de este último, In the Mood for Love no resalta tanto por los recursos metafóricos y el lenguaje literario, sino que más bien lo hace presentando una historia llana, pero no por ello desprovista de complejidades y de esa sensualidad casi mágica que fluye en las interacciones de los personajes. 

¿Y qué decir de las interpretaciones? Todo es poco a la hora de ensalzar lo sublime en términos artísticos. Tony Leung y Maggie Cheung logran "arrancarnos" de nuestros asientos para trasladarnos a su entorno, a su particular dimenión interna. Y es de esta manera como el espectador queda introducido bajo la piel de los personajes, compartiendo sus padecimientos emocionales y participando de sus quebraderos morales. Tanto es así que Leung puede vanagloriarse de haber conseguido el galardón al mejor actoren Cannes, gracias a su papel en este proyecto cinematográfico. 

Ahora bien, y en opinión de un servidor, uno de los mayores aciertos y atractivos que presenta esta obra (la cual evoca encanto por lo trágico) radica en lo sensual de la secuencia. Efectivamente, hay ciertos momentos del metraje en los que los planos ralentizados hacen su aparición, resaltando con fuerza la expresión dramática. Y ello gracias, todo sea dicho, a que los mismos quedan perfectamente acompasados por un notable trabajo de composición sonora (de la mano de Michael Galasso). 

En definitiva, Kar-wai puede congratularse por haber construido un drama sólido y compacto partiendo, eso sí, de una visión humanística (tanto del objeto como de los sujetos). El fin último al que llega esta circunstancia es doble: por un lado evita que los personajes caigan en el limbo de lo sensiblero; por otro, infunde en los mismos una merecida y necesaria condición de "dignidad", largo y ancho privada en los tiempos que corren. 



 Hong Kong. 2000. T.O.: Fa yeung nin waDirector: Wong Kar-wai. Música: Michael Galasso, Shigeru Umebayashi. Fotografía: Christopher Doyle, Mark Li Ping-Bing.  Productora: Block 2 Pictures, Paradis Films, Jet Tone Production. Reparto: Tony Leung, Maggie Cheung, Ah Ping, Rebecca Pan, Siu Ping-Lam, Liu Chum, Chin Chi-Ang, Chan Man-Lui, Yu Hsien, Chow Po-Chun. Duración: 95 minutos. Drama. Romance. Drama romántico. Años 60. Película de culto.


lunes, 10 de agosto de 2015

Old Boy


                    

La deshumanización del hombre


Una vez más, la venganza. Un tema de gran recurrencia en la historia del cine. No son pocas las ocasiones en las que el “ojo por ojo” ha sido retratado en la gran pantalla. Prueba de ello la podemos hallar en numerosos ejemplos; desde justicieros insaciables de la talla de Charles Bronson (en buena parte de su filmografía), hasta los más recientes verdugos moralizantes, como es el caso de Gerard Butler (Un ciudadano ejemplar; F. Gary Gray 2009), pasando por figuras paternales que se convierten en matones, sin vacilar, cuando de proteger a la familia se trata (véase a Liam Neeson, en la saga Venganza).

El caso de Old Boy (2003, Corea del Sur), sin embargo, merece la mención de atipicidad dentro de este género. Ello por dos razones; en primer lugar, porque Park Chan-wook nos presenta un film turbador, innovador y mucho más creíble (dentro de lo increíble del caso) que sus predecesores. La historia comienza relatando la angustiosa situación a la que es arrastrado un hombre de negocios, al ser víctima de un secuestro. Y no es para menos, pues el cautiverio le deparará 15 años de aislamiento de la sociedad. Atormentado por la confusión, a la desesperada, intenta encontrar respuestas a la realidad de la que es preso, a la vez que este procedimiento va devorando las entrañas de su ser; en segundo lugar, porque la narración logra captar (de manera progresiva) al espectador, hasta el punto de hacerlo partícipe del grotesco drama, de la lucha, de las decisiones y del desenlace.

Las casi dos horas de metraje parecen desvanecerse a ritmo de una efímera hipnosis; una sensación de embriaguez visual que se mantiene hasta el punto final. Decir que Old Boy se limita a ser una historia de un secuestrador que trata de vengarse de su cautivo es quedarse en la superficie. Chan-wook profundiza, de manera eficaz, en los más recónditos rincones de la mente, y se sumerge en las más escabrosas conductas humanas; los inesperados giros que va experimentando la trama a través de los personajes erizan el vello de los menos susceptibles.

En cuanto a las interpretaciones, destaca la brillantez que adquiere la dualidad protagonista. Por un lado, Dae-su (encarnado por Min-sik Choi), en el que trascienden varios momentos: el primero, que mina poco a poco su salud mental, al ser privado de la imprescindible relación con su entorno social; el segundo, que da paso a que se desate su instinto más primitivo y animal; y, en fin, un tercero en el que acontece su derrumbamiento psicológico. Por otro lado, Lee-Woojin (al que da vida Yu Ji-tae) que evoluciona desde la incógnita de lo impasible en un primer momento, hasta una “plena desnudez” al destapar la verdad a su víctima en pleno desenlace.

Estéticamente, Old Boy es impecable, con auténticos momentos dignos de admiración, como la estancia en la habitación durante 15 años, la pelea (con grandes tintes de neo-noir) y el definitivo encuentro entre ambos personajes.

Una historia de hombres que se vuelven monstruos, y de monstruos que claman por la redención de sus almas. Cruda hasta la médula, pero imprescindible para comprender cuán desdibujados pueden llegar a ser los límites de lo “moral” y lo “justo”. Una narración bien articulada con un brutal e impactante desenlace que helará el corazón de más de uno. 


 Corea del Sur. 2003  T.O: Oldeuboi - Oldboy aka . Director: Park Chan-wook . Guión: Park Chan-wook, Hwang Jo-yoon, Im Joon-hyung (Cómic: Nobuaki Minegishi). Música: Cho Young-wuk. Fotografía: Chung Chung-hoon. Productora: Show East Co. Ltd. Reparto: Choi Min-sik, Yu Ji-tae, Kang Hye-jeong, Ji Dae-han, Oh Dal-su, Kim Byeong-ok,Lee Seung-Shin, Yun Jin-seo. Duración: 120 min. Género: Thriller. Intriga



domingo, 26 de abril de 2015

El último lobo



Homo homini lupus
Por Pablo Redondo.


Basada en el best seller semi-autobiográfico del escritor Lü Jiamin, que firmó bajo el seudónimo Jiang Rong, la nueva película de Jean-Jacques Annaud, El último lobo, nos traslada a la estepa mongola en plena Revolución Cultural de Mao Zedong, cuando un gran número de estudiantes fueron enviados a las zonas rurales a educar a los pastores nómadas. En este film del veterano director francés, del que muchos recordarán títulos como El nombre de la rosa o Enemigo a las puertas, vuelve a estar presente el tema de la relación del ser humano con la naturaleza, como sucedía en Siete años en el Tíbet o En busca del fuego, centrándose especialmente en el reino animal, como también hacía en El oso o en Dos hermanos. En esta ocasión, el protagonista es el lobo de la estepa, ya no sólo como personaje, también como símbolo de una realidad cultural, pues la forma de vida de la comunidad de pastores que habita estas tierras, cuyos preciosos paisajes son magníficamente retratados por el director de fotografía Jean-Marie Dreujou, depende de un equilibrio natural en el que la manada de cánidos que habitan la zona resulta ser imprescindible. El régimen de Mao Zedong, que pretende someter al pueblo nómada a la revolución cultural, intentará exterminar a la manada de lobos, perturbando así el equilibrio natural de la estepa, en el que se sustenta la cultura de esta comunidad de pastores. De esta forma, la historia de la tribu se convierte en este film en un mecanismo para denunciar, por una parte, el sometimiento del régimen y, principalmente, la falta de sensibilización del ser humano por el medio natural en el que vive. Esta cruel lucha del hombre contra el lobo, y en definitiva contra la naturaleza, es narrada por Jean-Jacques Annaud con un gran sentimiento animalista, poniendo de manifiesto la insensibilidad y crueldad humana en escenas que, apoyándose en la potente banda sonora de James Horner, hacen que a uno se le encoja el corazón. No obstante, pese a que esta fábula de sentido ecologista esté ambientada en el régimen comunista chino de los años 60, su denuncia es extrapolable a cualquier sociedad, sin importar el lugar ni la época, pues en la historia de nuestra especie el conflicto entre grupos sociales siempre ha estado al orden del día, así como el sometimiento irracional del medio ambiente para la obtención de fines humanos. Sin embargo, pese al encanto de su entramado, el film carece de profundidad en el tratamiento socioambiental del problema, al igual que le sobran algunos elementos, como la forzada y anodina historia de amor que intenta insertar o los innecesarios planos en tres dimensiones que, al fin y al cabo, lo único que consiguen es encarecer el precio del visionado en las salas.

China, 2015. T.O.: Wolf Totem. Director: Jean-Jacques Annaud. Guión: John Collee, Lu Wei, Jean-Jacques Annaud. Música: James Horner. Fotografía: Jean-Marie Dreujou. Reparto: Feng ShaofengShawn DouAnkhnyam RagchaaYin ZhushengBasen ZhabuBaoyingexige. Productora: Coproducción China-Francia; China Film / Beijing Forbidden City Film / Reperage. Duración: 121 min. Género: Aventuras. Drama.