Alerta, problemas en
el paraíso
por Davina Santos.
¿Cuál sería su reacción si, durante una estancia en los
Alpes, un alud se precipitara imparable sobre usted y sus hijos? Seguramente,
responderá que su reacción sería como la de Ewan McGregor en Lo
imposible: agarraría a sus hijos y, sin titubear, saldría corriendo en
dirección contraria. Todo un ejemplo de buena conducta, es usted un ciudadano
ejemplar, le respondería Öslund, con sorna.
Sin duda, esta película nace como respuesta a la de Bayona.
El planteamiento, de nuevo, es sencillo: una pareja decide relajarse
contratando una estancia de cinco días en un resort francés (ya que esta parece
ser la única manera de pasar tiempo en familia), pero las cosas no salen según
lo esperado. Los compases de “El verano” de Vivaldi imponen un ritmo subyugante
a una tensión trenzada con una sutileza bergmaniana que avanza in
crescendo hasta el advenimiento del momento clave, en el cual un alud
interrumpe la comida de los personajes para desatar el pánico y sumir la
pantalla en el blanco más absoluto.
Mas esta es una producción puramente sueca, y los
personajes reaparecen minutos después para volver a sentarse a la mesa,
compungidos. Resulta que la avalancha había estado controlada en todo
momento (según dicen después, aunque esto no queda claro) y que lo que
habían visto abalanzarse sobre ellos no era más que una gran cantidad de “humo
de agua” que se había desprendido de la misma. No obstante, no se ríen de lo
ocurrido: algo ha cambiado para siempre en el seno de la aparente familia
idílica.
Así, con un humor negro que eleva el componente dramático
de la película, aprendemos a través de diferentes conversaciones lo sucedido
durante la avalancha, que es que Tomás, el padre, ha huido despavorido, dejando
a su familia sola ante el peligro. No obstante, su orgullo le impide admitirlo.
Él es el cabeza de familia, el patriarca. ¿Qué pensarán los demás si admite que
huyó, preocupándose únicamente por salvar el iPhone y los guantes?
Por lo pronto, una de las compañeras de viaje de la pareja
opina, desconsolada, que su novio reaccionaría de la misma manera. La otra, más
liberal y descreída, prefiere no hacer declaraciones al respecto, pero se palpa
la incomodidad en un ambiente de tintes hanekianos. ¿En qué nos estamos
convirtiendo? es la pregunta que subyace. La reacción de Tomás parece
justificarse con el hecho de que nadie sabe cómo puede reaccionar en una
situación límite, pero la idea que se desprende de este afán de relativizarlo
todo es que vivimos en una sociedad en la que cada uno mira únicamente por sí
mismo y que la vida es un eterno “sálvese quien pueda”.
La más joven de las acompañantes afirma que, aunque confía
en su novio, un divorciado que supera ya la cuarentena, pertenecen a
generaciones muy diferentes, y que, mientras que la suya intervendría, la de
los nacidos en los 70 se desentendería. Sin embargo, ¿de verdad creemos que
esos niños que se encierran en el cuarto y que repudian a sus padres tras cada
discusión, aferrándose a sus pantallas, algún día verán más allá de su ombligo?
Lo más probable es que adopten la actitud de su padre, que también encontramos
reflejada (si bien de una manera mucho más cínica) en el personaje que
interpreta Waltz en Un dios salvaje, de Polanski.
En definitiva, la verdadera esperanza reside en la madre,
que precipita la catarsis de su abochornado marido (la profecía del gurú
pelirrojo se cumple, al final sólo necesitaba gritar, aunque fuera entre
sollozos) y permite su particular redención al desaparecer durante un momento
para que él pueda sentir que vuelve a tener las riendas de la familia en el
momento en el que la encuentra, convencido de que “lo logramos”, aunque haya
dejado a sus hijos desamparados en la nieve mientras la buscaba.
Por
último, el controvertido final, que me abstengo de reseñar, es digno del mejor
Buñuel y pone la guinda a lo que es una ácida crítica a una Europa moderna, tan
liberal, tan avanzada, que ha enterrado los valores humanos bajo vistosas capas
de nieve artificial. Que viva el progreso.
Suecia, 2014. T.O. Tourist / Force
Majeure. Director: Ruben
Östlund. Guión: Ruben Östlund Música: Ola Fløttum. Fotografía: Fredrik Wenzel,
Fred Arne Wergeland. Reparto: Johannes Kuhnke, Lisa Loven Kongsli, Vincent
Wettergren, Clara Wettergren, Productora: Plattform Produktion / Swedish Film
Institute / Film I Vast / Essential Filmproduktion. Duración: 120 minutos. Género: Drama. Familia.
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