viernes, 9 de octubre de 2015

Veinticuatro ojos



Miradas vendadas


Hacer una aproximación histórica, recrear escenarios momentáneos a través de la gran pantalla, no es tarea sencilla. Conseguir reconstruir personalidades que desborden sensaciones de temor, inquietud, pesar o esperanza idénticas o, si se prefiere, comparables a las que en su día vivieron los personajes encarnados, es una cumbre al alcance de muy pocos. 

El cine japonés no es extraño a esta consideración y, muy en especial, su generación perteneciente a la segunda mitad del pasado siglo. El compromiso que muestran los realizadores de la mencionada etapa con las experiencias vividas por su nación (en concreto, en las más oscuras décadas precedentes) es una de las características más llamativas de sus carreras fílmicas. 

Este es el caso de una de las películas que más reconocimiento ha obtenido por parte de la crítica nipona (y más recientemente, también de la occidental). Nos referimos a Veinticuatro ojos (Keisuke Kinoshita, 1954). En este film, Kinoshita realiza un magnífico retrato social, tanto de una comunidad sumida en los más hondos valores tradicionalistas, como del encuentro de la misma con los avatares del pensamiento más aperturista. Efectivamente, el argumento nos lleva a la vida de una pequeña isla llamada Shodoshima en la que impera un angosto ambiente rural y costumbrista, y nos relata las consecuencias que tiene la llegada de una joven y moderna profesora de ciudad, la señorita Oishi, con el propósito de impartir clases de primaria. Y he aquí uno de los aspectos más curiosos y llamativos del film y, en mi opinión, uno de sus grandes aciertos: la confrontación entre tradición y modernidad. Así las cosas, tan pronto como la profesora entra en escena, los recelos no tardan en aflorar entre los aldeanos, fruto de ese choque de "culturas" tan pronunciado en la sociedad del momento. 

Pero Kinoshita va más allá y profundiza en las raíces del contexto. A lo largo del metraje, la génesis del drama la va perfilando a través de sus protagonistas; Oishi y sus pequeños alumnos. Es entonces cuando la temática sitúa su centro de gravedad en dos puntos clave. Por un lado, la condición paupérrima en la que se ven obligados a vivir los habitantes de Shodoshima. Por otro, los ideales y el pensamiento que presidía el mundo nipón (un exacerbado amor por la patria y un desmedido sentido del "deber" y del honor). La articulación de ambos factores es un fascinante recurso, ya que, y como podemos observar, influyen de forma decisiva en el crecimiento de los niños y determinan sus elecciones vitales, hasta el punto de terminar por conducirlos a los más fatales destinos. 

A raíz de ello, los personajes son arrastrados a (sobre)vivir en las más trágicas situaciones familiares y personales, hecho que afecta de lleno a Oishi, la cual se ve invadida por un funesto sentimiento de impotencia al comprobar que sus inmejorables intenciones poco pueden hacer para solventar los dramas que se van sucediendo. Las interpretaciones al respecto rozan la excelencia. 

Quizás, uno de los puntos flacos de la película sea una aparente descompensación en el desarrollo de cada uno de los personajes. No obstante, el guión muestra una compacta construcción, a lo que se une el uso (a modo de estandarte) de un crudo realismo social, que sirve para enfatizar el relato y hacernos partícipes del mismo. 

Sin duda, el sórdido mensaje que quiere transmitir este film, de necesario visionado para todo amante del séptimo arte (y del arte en general), es ese grito que clama contra lo irracional, contra la barbarie que puede derivarse del "ideal". Kinoshita, al igual que sus coetáneos, infunde en sus creaciones un claro cometido contra el belicismo y el imperialismo militarista (una de las mayores lacras de la historia de Japón), contraponiéndoles la razón y la educación en valores. Y lo bello de la cuestión es que acomete dicha labor mediante un gélido golpe de viento. 




 Japón. 1954. T.O.: Nijushi no hitomi. Director: Keisuke Kinoshita. Fotografía: Hiroyuki Kusuda.  Productora: Shochiku Kinema Kenkyû-jo. Música: Chuji Kinoshita. Reparto: Hideki Goko, Hideko Takamine, Yukio Watanabe, Makoto Miyagawa, Takero Terashita, Kunio Sato, Hiroko Ishii, Yasuko Koike, Setsuko Kusano, Kaoko Kase, Yumiko Tanabe, Ikuko Kambare, Hiroko Uehara. Duración: 154 minutos. Drama, Años 20, Años 30. II Guerra Mundial, Enseñanza.


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