miércoles, 30 de septiembre de 2015

Mientras seamos jóvenes





 Paraíso perdido

    por Alba Varón

El director Noah Baumbach regresa a las carteleras con “Mientras seamos jóvenes”, después de dirigir la ya película de culto “Frances Ha” (2012) y la maravillosa “Una historia de Brooklyn”(2005). De la mano de dos actores tan curtidos y reconocidos como son Ben Stiller y Naomi Watts y de la frescura proporcionada por los jóvenes (Amanda Seyfried y Adam Driver), el director nos enseña cómo se afronta el paso de los años, los duros choques generacionales entre parejas, la dura nostalgia por la juventud perdida y el tambaleo de la estabilidad de una pareja felizmente casada. 

Josh (Stiller) y Cornelia (Watts) comienzan a entablar una relación con una joven pareja de modernos y esto hace que su firmemente asentado matrimonio comience a replantearse seriamente sus bases. Ambos se dejan imbuir rápidamente por la vitalidad de estos nuevos personajes y comienzan a metamorfosearse en dos seres renovados. Josh y Cornelia no desean su realidad, aquella en la que sus amigos más cercanos tienen hijos y se quedan en casa cuidándolos. El peso de la edad, los problemas de salud y la imposibilidad del regreso al paraíso perdido mantiene la atención del espectador en esta película de tintes tragicómicos. 

Gracias a la peculiar relación de la pareja adulta con estos dos apuestos señoritos, Baumbach se ayuda de pequeños gestos cínicos para criticar a la juventud veinteañera, la cual tiene gallinas como mascotas, se purifica semanalmente los chacras (o como se escriba la palabrita) reniega de la tecnología (postureo a tope de vinilos y máquinas de escribir) y carece de valores éticos a la hora de lograr sus fines. Fina crítica a lo que se conoce mundialmente por típicos hipster que se ponen la ropa de las bolsas de basura que sus abuelos tenían en el trastero, cosa que puede llegar a molar si se tiene GUSTO.

Críticas aparte, Baumbach realiza un excelente trabajo dotando a la película de un fresco guión, con unos personajes carismáticos que amenizan cada uno de los 97 minutos de la película. Al fin, se trata de un retrato del paso del tiempo que muestra de lo que se debe dejar atrás para afrontar la madurez. Hay que destacar que más allá de una simple comedia (que no es así) el director afina sus bazas entremezclando elementos del cine documental y reflexionando sobre la manera en la que este se graba. Pero no se reprocha ese último guiño a la juventud alocada que nunca se debería perder, porque si hay una cosa que hace habitualmente el ser humano, es mirar al pasado con deseos de cambiarlo. Está en nuestra esencia el deseo de revivir (o vivir) una segunda, tercera (o primera) juventud, porque todo tiempo pasado fue mejor, o no.

Estados Unidos. 2015. T.O.: Mientras seamos jóvenes. Director: Noah Baumbach. Música: James Murphy Fotografía: Sam Levy.  Productora: A24. Reparto: Ben Stiller, Naomi Watts, Amanda Seyfried, Adam Driver, Charles Grodin, Brady Corbet, Maria Dizzia, Dree Hemningway, Adam Senn, Greta Lee.  Duración: 97 minutos. Comedia dramática. Cine independiente USA.

domingo, 27 de septiembre de 2015

La visita





Abuelita, abuelita

Por Federico Gadea 


¡Vuelve  M. Night Shyamalan! Puede que para muchos esto no sea una noticia de relevancia, puede incluso que suponga algún que otro bostezo en muchas salas de cine, pero tras una tediosa cartelera de verano sin pena ni gloria, el otoño parece aguardar sorpresas. Director fetiche para muchos, director estrafalario que no supo gestionar la fama alcanzada tras El sexto sentido para otros, lo cierto es que para bien o para mal no suele dejar indiferente con ninguno de sus films, produciéndose esa relación de amor /odio como sucedió con The Village  (La aldea) o La joven del agua, película estrafalaria donde las hayas a pesar de querer salvar su mensaje metafísico de que todos tenemos un papel.

Pues sí, ha vuelto y esta vez con La visita, una película de la que no podemos, ni queremos tampoco “desvelar” demasiado, ya que romperíamos su magia, su bucólico encanto, en definitiva no puede pasar eso de “¡Bruce Willis está muerto!”. Para los recelosos, vale puede que la idea no sea la más original del mundo, unos niños que van de visita a ver a sus abuelos durante una semana a las afueras, suena tópico ¿verdad? Para quienes hayan podido ver el tráiler, puede que les recuerde al conocidísimo cuento de Hansel y Grettel, con su famosa frase de “métete en el horno”. Hasta ahí de acuerdo, pero lo realmente atractivo y cautivador es el tratamiento de dicha idea, hecho por el cual hace que este director vuelva a superarse a sí mismo. Un film encubierto en un POV (point of view) pero no de esos mareantes  tipo Cloverfield los cuales hacen que nos arrepintamos de haber comprado un cubo de palomitas. No, se trata de un falso documental que no es mas que una brutal y original excusa para la plasmación de algunos pequeños toques de genialidad como es la utilización del metalenguaje, un homenaje al cine a través del cine. La niña, es en realidad ese pequeño cinéfilo, que no director frustrado, que albergamos dentro, un homenaje a la poética, a ese amor por el cine clásico, a ese espectador con el que se puede jugar como decía Hitchcock, pero que a la vez lo convierte en sujeto activo como enuncia una de las normas  dentro de La visita “no podemos participar sino salimos en escena”.


Ahí es donde viene lo subversivo, en ese tratamiento sutil, nada forzado en el cual el espectador es partícipe de la acción, donde es cogido de la mano y acompañado en todo el trayecto y no lanzado a escena de un burdo empujón. Es destacable, además de la fotografía, con ese paisaje bucólico anclado en el tiempo, unas interpretaciones nada desdeñables sobre todo las de los pequeños, sin desprestigiar a los queridos y pintorescos abuelos. Puede que sí, que Shyamalan haya vuelto y esperamos que esta vez sea para quedarse, pero en ese cine que tanto nos gusta, como en este caso con largas escenas en silencio a lo Funny Games esperando con nerviosismo a que pase algo, con contrapuntos transgresores ya sea a través de su banda sonora o la acción que rompa la tensión, una tensión que resulta ser como una montaña rusa de adrenalina bien jugada, sin resultar para nada plana, con chistes absurdos de por medio que descolocan totalmente para volver a crearla, subiendo y bajando el tono, dejando al espectador en muchas ocasiones al borde del horror, susurrándole “todavía no”. Ahí es donde se denota el mimo y el trabajo, en tomarse la molestia de ir creando poco a poco una atmósfera, en forma de niebla que envuelve, una atmósfera embaucadora y silenciosa que tan solo es interrumpida por una cantidad de gritos justa y necesaria. Tan solo dejad que se apaguen las luces y que os envuelva, son 94 minutos de atracción.

 Estados Unidos. 2015. T.O.: La visita. Director: M. Night Shyamalan EFotografía: Marise Alberti  Productora: Blumhouse Productions. Reparto: Olivia de Jonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter Mc Robbie, Kathtryn Hahn  Duración: 94 minutos. Te. Comedia de terror. Falso documental. 


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Borgen





Una lección de (buena) política
Por Davina Santos.


“¡Hey! ¿Qué te parecen los resultados de las últimas encuestas sobre las generales? Tanto revuelo para que todo siga igual, si ya lo decía yo. ¿Y lo del núcleo irradiador de Errejón? Qué gracia me hace ese chiquillo”. Sin duda, la política está de moda, y los productores lo saben: House of Cards y El ala oeste de la Casa Blanca son solamente algunas de las series que han conseguido que nos interesemos por los tejemanejes de los que nos gobiernan. 

Pero en esta ocasión vengo a hablaros de una bastante menos conocida, pese a haberse hecho en 2011 con el Premio BAFTA a mejor serie de TV: la danesa Borgen. Para los que no hayan oído hablar todavía de ella, se podría decir (como hace Filmaffinity) que versa sobre el trabajo como Primera Ministra de Dinamarca de Birgitte Nyborg, un personaje ficticio que encarna a la líder del Partido Moderado (absteneos de relacionarlo con los que se autodenominan “moderados” en España, que nada que ver), pero lo cierto es que la serie va mucho más allá.

Así, no se limita a presentarnos un fresco de la política danesa, sino que se afana en ofrecernos una visión realista de las interioridades del poder, cosa que se agradece. A diferencia de House of Cards, en la que los políticos son poco menos que unos misántropos, en Borgen los protagonistas son seres de carne y hueso, cada uno con sus motivaciones y su particular forma de entender el poder. Y, aun así, la serie no deja espacio para la idealización o la demonización: poco después de alzarse como Primera Ministra a través de una inestable coalición, Birgitte tiene que abandonar su ingenuidad de primeriza para enfrentarse a su primera crisis de gobierno, durante la que se cuestiona si realmente es diferente de sus predecesores y si es posible cambiar algo desde dentro, siendo fiel a su ética personal, cuando hay tantos intereses en juego.

Dicho esto, otro de los puntos más sobresalientes de esta primera temporada es la reivindicación de la importancia de los medios de comunicación, capaces de orientar la opinión pública. De este modo, la serie dedica toda una subtrama no sólo al trabajo de los periodistas, sino también al de los asesores de prensa, a través de las figuras de Katrine, una joven reportera algo idealista que continuamente sacar a relucir su responsabilidad como periodista a la hora de mantener alerta al ciudadano, y del carismático jefe de comunicaciones de la Primera Ministra, Kasper Juul, que ilustra a la perfección el pragmatismo del hombre “hecho a sí mismo”, del emprendedor sin escrúpulos.

Y, finalmente, me gustaría destacar que esta serie profundiza en cuestiones de rabiosa actualidad, como son la existencia de una casta que se perpetúa, la situación de los indígenas en países como Groenlandia, la malversación de fondos, el poder de las grandes empresas, las relaciones internacionales, el espionaje industrial y el terrorismo; sin olvidar una cuestión esencial en los tiempos que corren: el feminismo. Como es de suponer, no es baladí que el personaje principal sea la primera mujer en ostentar el cargo de Primer Ministro de Dinamarca: a lo largo de esta primera temporada, veremos cómo trata de potenciar la visibilidad de la mujer a través de las listas paritarias, pero también cómo se esfuerza por conciliar su vida profesional con la familiar, y el trato que reciben ella y las mujeres que la rodean por parte de sus compañeros.

En definitiva, la serie tiene la virtud de ofrecer al espectador una visión poliédrica del poder, que a día de hoy no tiene tres caras, como pretendía Montesquieu, sino cinco, haciéndole reflexionar sobre el papel de la política y de los medios de comunicación en una sociedad como la actual, al mismo tiempo que le mantiene entretenido con el drama humano que atraviesan los protagonistas en un entorno tan bello como frío, que enmarca a la perfección un escenario donde el ansia de dominación extiende sus tentáculos hasta las relaciones de pareja.


 Dinamarca. 2010. T.O.: BorgenDirector: Adam Price (Creator), Mikkel Nørgaard, Annette K. Olesen, Louise Friedberg, Rumle Hammerich, Søren Kragh-Jacobsen, Jannik Johansen, Jesper W. Nielsen. Música: Halfdan EFotografía: Magnus Nordenhof Jønck, Eric Kress, Lars Vestergaard, Lasse Frank Johannessen, Rasmus Heise.  Productora: DR Fiktion. Reparto: Sidse Babett Knudsen, Birgitte Hjort Sørensen, Pilou Asbæk, Mikael Birkkjær, Freja Riemann, Emil Poulsen, Thomas Levin, Søren Malling, Christoph Bastrup. Duración: 58 minutos. Drama. Política.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Ma ma


"Se pasa de madre"



Tras cinco años desde su última película, Habitación en Roma, Julio Medem vuelve a la cartelera con un dramón lacrimógeno que no me acaba de convencer.  A diferencia de los temas presentes en films anteriores, entre los que se encuentran Ardilla Roja, Los amantes del círculo polar y Lucía y el sexo, entre otros, esta vez se ha decantado por explorar el universo de la mujer madre hasta la muerte y el amor por compasión. Una lástima que esta película, pese a destilar el buen gusto y la delicadeza que le caracterizan y pese a reivindicar la belleza y la fortaleza del sexo femenino (otro de sus rasgos distintivos), no esté a la altura del resto de su filmografía.

En efecto, desde el principio del largometraje se percibe el dramón que vamos a presenciar: Medem le da mucha importancia a la cuestión del cáncer y a la gran función de madre que ejerce la protagonista, Magda (Penélope Cruz), a la que no me la llego a creer para nada, ya que es un continuo quiero y no puedo. Si hubiese sido otra actriz os aseguro que me hubiese conmovido. Pero es que en muchos momentos tiene más cara de demente que de enferma de cáncer, y que su personaje tome decisiones ilógicas con tal de aumentar el drama no ayuda.

Por otro lado, me hace gracia el papel que interpreta Luis Tosar, ya que, a pesar de lo tópico-épico que resulta, el actor es capaz de desplegar una interpretación excepcional, haciendo gala (una vez más) de su versatilidad: lo mismo se mete en la piel de un preso o de un maltratador que encarna a un entrañable padre protector.

Otro personaje que no me acaba de encajar (y cuya actuación, en este caso, no le excusa) es el del ginecólogo de Magda, Julio (Asier Etxeandia) hoy conocido por la serie Velvet (2014) de Antena 3. Este es un frustrado cantante que no sabe cantar, puede parecer gracioso en un principio, pero acaba resultando ridículo. Por no hablar de la relación inverosímil que mantiene con la protagonista, puesto que rara vez un médico puede llegar a esos niveles de confianza con su paciente.

Para terminar, Medem también ha querido incrustar el personaje de Natasha, una niña angelical que fluctúa entre la fantasía y la realidad, ya que la presenta como un espíritu pero en realidad sí que existe. Y aunque esto puede sonar muy “Medem”, puesto que en otras de sus películas vemos personajes que se desdoblan o personajes que mueren en condiciones muy extrañas, en este caso no encaja por ningún lado.

En fin, está claro que el propósito de Julio Medem con esta película ha sido hacer un canto a la vida y un elogio a la maternidad y a la fortaleza de las mujeres, pero la forma y los personajes echan a perder lo que podría haber sido un gran film.





España. 2015. T.O.: ma ma. Director: Julio Medem. Guión: Julio Medem. Música: Alberto Iglesias. Fotografía: Kiko de la Rica.  Productora: Morena Films. Reparto: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandia, Teo Planell, Silvia Abascal, Mónica Sagrera, Àlex Brendemühl, Ciro Miró, Jon Kortajarena . Duración: 111 minutos. Drama. Enfermedad


miércoles, 16 de septiembre de 2015

In the Mood for Love




De lo emocional, lo humano

Por Alejandro Arrabales




El romance es una temática un tanto atávica, como bien es sabido. Muchas han sido las historias en las que los personajes, aquejados de episodios trágicos y desoladores o, en fin, padeciendo la soga existencialista en sus vidas, acaban por descubrir el más alto símbolo redentor: el amor. No obstante, resultan curiosamente llamativas (tanto por su excelencia narrativa como por su presencia minoritaria) aquellas en las que los factores expuestos quedan articulados a la inversa; dicho de otra manera, ¿qué le sugiere al espectador el particular desenlace en el cual es el mismísimo amor el que descubre a los personajes? ¿Qué impresión merece que una emoción destape lo más recóndito de la entraña humana: su condición?

Sin duda, reflexiones de este calado emergen tras haber visionado un film como es In the Mood for Love (2000, Hong Kong). Wong Kar-wai nos presenta aquí una de sus más notables realizaciones, en la que ofrece una magistral lección acerca, no tanto del "qué contar", sino del "cómo" hacerlo. Una bellísima historia repleta de lirismo, que nos sumerge de lleno en la situación personal de los protagonistas: Chow, redactor de una publicación local, se traslada junto con su esposa a una vivienda situada en un edificio habitado, principalmente, por miembros de la comunidad de Shangai. Allí conoce a Li-Zhen, secretaria de una empresa de explotación, que vive junto con su marido en el mismo edificio. Hasta aquí todo parece transcurrir con plena normalidad. No obstante, ambos personajes irán descubriendo un terrible hecho que atañe a sus respectivos cónyuges, hecho que les impulsará a un destino común. 

No se trata de la única ocasión en la que el cineasta hongkonés hace gala de tan considerable maestría a la hora de materializar semejantes sensaciones. Pocos años después realizaría otro largometraje destacable dentro de su filmografía: 2046 (2004, Hong Kong). A diferencia de este último, In the Mood for Love no resalta tanto por los recursos metafóricos y el lenguaje literario, sino que más bien lo hace presentando una historia llana, pero no por ello desprovista de complejidades y de esa sensualidad casi mágica que fluye en las interacciones de los personajes. 

¿Y qué decir de las interpretaciones? Todo es poco a la hora de ensalzar lo sublime en términos artísticos. Tony Leung y Maggie Cheung logran "arrancarnos" de nuestros asientos para trasladarnos a su entorno, a su particular dimenión interna. Y es de esta manera como el espectador queda introducido bajo la piel de los personajes, compartiendo sus padecimientos emocionales y participando de sus quebraderos morales. Tanto es así que Leung puede vanagloriarse de haber conseguido el galardón al mejor actoren Cannes, gracias a su papel en este proyecto cinematográfico. 

Ahora bien, y en opinión de un servidor, uno de los mayores aciertos y atractivos que presenta esta obra (la cual evoca encanto por lo trágico) radica en lo sensual de la secuencia. Efectivamente, hay ciertos momentos del metraje en los que los planos ralentizados hacen su aparición, resaltando con fuerza la expresión dramática. Y ello gracias, todo sea dicho, a que los mismos quedan perfectamente acompasados por un notable trabajo de composición sonora (de la mano de Michael Galasso). 

En definitiva, Kar-wai puede congratularse por haber construido un drama sólido y compacto partiendo, eso sí, de una visión humanística (tanto del objeto como de los sujetos). El fin último al que llega esta circunstancia es doble: por un lado evita que los personajes caigan en el limbo de lo sensiblero; por otro, infunde en los mismos una merecida y necesaria condición de "dignidad", largo y ancho privada en los tiempos que corren. 



 Hong Kong. 2000. T.O.: Fa yeung nin waDirector: Wong Kar-wai. Música: Michael Galasso, Shigeru Umebayashi. Fotografía: Christopher Doyle, Mark Li Ping-Bing.  Productora: Block 2 Pictures, Paradis Films, Jet Tone Production. Reparto: Tony Leung, Maggie Cheung, Ah Ping, Rebecca Pan, Siu Ping-Lam, Liu Chum, Chin Chi-Ang, Chan Man-Lui, Yu Hsien, Chow Po-Chun. Duración: 95 minutos. Drama. Romance. Drama romántico. Años 60. Película de culto.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mi casa en París

Cuestión de herencia

Por Miguel Ángel Gomis


Imagínate por un momento, que eres un neoyorquino sexagenario que arrastras tres divorcios y un alcoholismo que podría curar heridas de guerra. Pero por un golpe de suerte muere el padre que has querido tener pero que nunca has visto; y heredas unos libros, un reloj de oro y una casa en pleno centro de la ciudad del amor, París. Pero cuando pensabas que el dinero de la venta del piso heredado va a solucionar todos tus problemas, te encuentras que en esa casa vive una señora y su hija, y que no puedes hacer nada hasta que la auténtica dueña muera.

Basada en la obra de teatro "My old lady" estrenada con gran éxito en 2002, Israel Horovitz autor tanto de la obra como de la película, nos muestra un melodrama que desgarra las miserias del hombre como receptor de los devenires de los que nos rodean. 
Nos complace con una historia que empieza sutilmente y sin más preámbulos pero que en conforme se adentra en las vidas del heredero Mathias, interpretado por un fantástico Kevin Kline, y la ácida Matilde por la actriz buque insignia de Inglaterra Maggie Smith, crea una obra muy sencilla en forma pero compleja en contenido pues palpa temas como la familia, los traumas, el amor, las adicciones, el negocio inmobiliario... y la herencia, pero no sólo hablamos de una herencia material sino la más relevante, la sentimental.

El dolor silencioso, el dolor latente e incrustado en la nuca, es el tono que baña todas las lecciones que Mathias y que por caprichos de un destino atado a la condición de Chloè llevada de grata forma por la actriz Kristin Scott Thomas, profundiza en el pasado de los devenires familiares para mostrar un presente invadido por la melancolía y el olor a tiempo estancado.

Este es el melodrama que el autor estadounidense Israel Horovitz, construye bajo la mirada de unos actores que muestra todo el potencial, toda la libertad para reflejar unos personajes donde la profundidad que supone la infancia y el pasado es el Alter Ego de los hombres y mujeres "maduros" del ahora. Quiero acabar con un frase que se repite durante todo el film y espero que invite a ver Mi casa en Paris (2015) pues supone una merienda como la alta cocina, no sabes bien al principio que comes pero al final deja un gusto que crece con el tiempo en el paladar.


Samuel Becket:

"Si tu no me amas nadie me amará"


martes, 8 de septiembre de 2015

Mr Holmes


Última pista: conclusión

Por Alba Varón 


"Nunca hay que dejarse nada a medias. Aunque no nos esté gustando el resultado. No hay que abandonar esta vida, sin dejarlo todo concluido"

Sherlocks Holmes ha habido muchos en la pantalla de cine. El curioso personaje creado por la pluma de Arthur Conan Doyle ha dado mucho de que hablar en su más de siglo y pico de vida. La conocida última adaptación del detective de Baker Street, la cual le ha llevado a la fama actual (más aún si cabe) y que le ha dotado de un atractivo curioso gracias al peculiar físico de Benedict Cumberbatch ha sido la reconocida serie “Sherlock”. Pero el director Bill Condon realiza algo innovador con el personaje. Retrata en “Mr Holmes”, la fuerza (pasada y presente) de un hombre en la vejez que pierde lentamente su memoria y al que le ha abandonado su único y mejor amigo. Esta progresiva pérdida de su capacidad mental, lo cual le define como personaje de ficción y como ser humano es el drama que rodea a la película. Con 93 años, Holmes se ha mudado a una granja de Sussex donde vive con una sencilla ama de llaves y con el hijo de esta.

Ya en una edad tardía, Ian Mc Kellen ha interpretado en el cine alguno de los personajes más reconocidos y carismáticos, consiguiendo grabarse a fuego en nuestros recuerdos más infantiles y juveniles. Su interpretación de Sherlock Holmes es soberbia. Un personaje gruñón y despótico que odia lo que se dice o se cree de él a consecuencia de lo que su compañero (Watson) ha escrito en sus historias. El verdadero Holmes no desea ser reconocido gracias a su personaje. En muchas ocasiones se toma a risa (como la escena en el cine, donde el actor Nicholas Rowe, que interpretó en 1985 al joven Sherlock en "El secreto de la pirámide" interpreta de nuevo al detective, esta vez ya adulto, en su último caso) lo que la gente cree a pies juntillas de él y en otras se enfada ante la farsa de su estereotipada imagen. En la granja entablará una curiosa y tierna relación con el hijo de su ama de llaves, un chico inteligente y perspicaz que cuida y protege  con él a las abejas de la granja. Gracias a esta relación mostrará la ternura del ogro, la cual puede llegar a ser la mejor de las ternuras.

La historia se desarrolla desde la escritura de su propio diario y de lo que poco a poco se va acordando del último caso que resolvió en Londres, aquel que le hizo abandonar la ciudad y no volver a trabajar de detective nunca más. Los flashbacks son el punto de apoyo de la película, y gracias a estas rápidas iluminaciones de memoria, observamos un seguimiento pausado y desestructurado de la historia. Es curiosa que una película en la que apenas hay acción no resulte aburrida. Así que en la trama no encontramos una acción de ritmos trepidantes, un caso enigmático y súper curioso por resolver y un protagonista altamente estereotipado, sino que para nuestro agrado nos toparemos ante un producto elegante, de gran calado emocional, sostenido por maravillosas interpretaciones. Bill Condon ha filmado un humilde y digno homenaje a una de las grandes figuras literarias de todos los tiempos. Que esta película nos sirva para leer o releer a Arthur Conan Doyle y disfrutar una y otra vez de sus historias. Porque siempre la ficción es realidad y la realidad supera a la ficción.